Partamos de la base que celebramos la aproximación para reapertura de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, aunque no por las mismas razones que nuestra desilustrada Presidenta ni la sarta de corifeos de la izquierda nac & popista que admira Cuba pero se exilian en Occidente.
Y nos congratulamos -a pesar que nos hubiera gustado un colapso del régimen dictatorial, fracasado y personalista de los Castro- porque quizás esta sea la vía de salida, lenta y tortuosa, que posiblemente sea la menos dañosa para nuestros hermanos cubanos.
Mucha gente teme que, una vez mas, los Castro hayan conseguido un sponsor externo que financie su paraíso económicamente inviable, como ya hicieron con la antigua URSS y mas cercanamente con Venezuela. Porque, saquémonos el sombrero, no cualquiera se las arregla para mantenerse en el poder, engrupir millones de personas y mordereles las billeteras a esos Estados patrocinadores durante 55 años.
Los Castro han sabido ver que la tormenta se aproximaba, la endeblez política y económica de Maduro y deben haber bienvenido la rama de olivo que les ofrecía Obama, Francisco mediante. A su vez Obama estaría presionado por intereses económicos que ven ahí una oportunidad y la decreciente presión cubano-americana para mantener el poroso embargo, habida cuenta que los movimientos democratizadores cubanos no han alcanzado desarrollo ni volumen per se (garn mérito de los Milanis cubanos) como para forzar una salida con esa modalidad.
Seguramente el régimen cubano intentará una reentrada en el mundo económico a la vietnamita, donde el Estado, sin perder su naturaleza represiva ni el monopolio de la política, explote esos joint ventures. Pero Vietnam queda bastante lejos de USA y está rodeado de regímenes bastante autoritarios. No es el caso cubano, son latinos, está a pocos kilómetros de la yanqui-cubana Florida y en ese Caribe rodeado de imperfectas pero bullentes democracias caribeñas.
Mi esperanza es que la entrada de capitales traiga aparejados mejores trabajos, que el levantamiento del embargo multiplique el turismo y las visitas familiares y que los trabajadores cubanos comiencen a apreciar los beneficios de la libertad económica y pujen por los muy necesarios derechos civiles. No se cuanto tardarán, pero estoy seguro que la libertad irrumpirá finalmente.
Por último, que golpe a las intelligentsias locales nuestroamericanistas que, declamando democracia y libertad en casa, no vacilaban en apoyar al antidemocrático y fracasado gobierno de los Castro, ese régimen sostenido por un inmenso aparato represivo y una vitrina de supuestos logros educativos y de salud, que no alcanzan a maquillar la inviabilidad actual del Estado cubano librado exclusivamente a sus fuerzas.
¡¡Azucarrrr!!
¡¡Azucarrrr!!