Desde que el embajador Eduardo Sadous, el 23 de mayo ppdo., declarara ante el juez Ercolini acerca de una supuesta trama de negocios ilícitos con Venezuela, muchas voces se han escuchado.
Algunas de éstas, han atendido al declarante:
El 23 de abril, Aníbal Fernández, extrañamente moderado, declaró: son los jueces "los que tienen que investigar como corresponde" las denuncias sobre supuesto pedidos de coimas a empresarios para hacer negocios con Venezuela.
También dijo, recuperando su estilo, el 4 de mayo: "es una gran bluff, una gran mentira orquestada por intenciones politiqueras".
De Vido, ofendido cual virgen impoluta, el 24 de abril, rechazó por “injuriosas, calumniosas y faltas de pruebas” las denuncias por supuestas coimas en los negocios con Venezuela, consideró que se trata de una “operación política” para “ensuciar” a personas involucradas con la relación bilateral y negó la existencia de una “diplomacia paralela”.
También afirmó: “Sadous tiene que aclarar muchas cosas de su paso por Venezuela”.
Víctor Hugo Morales, devenido en defensor gubernamental, por hacerse amigo de los enemigos de sus enemigos, nos sorprende con una ristra de antecedentes de factura verbitskeana: “Se esconde mucho que Sadous era secretario de Cavallo y hombre emparentado con Duhalde”. Asimismo, comenta al aire “que no hay pruebas”, “que no se ha comprobado nada”, etc.
Esto recién empieza. Quiero guardar esto para recordarlo. Quizás algún dia sepamos la verdad, como en el caso Skanska ¿no?.
Al menos, el juez no es el viscoso, perdón, vistoso Oyarbide.